Hoy me he enfadado por primera vez desde que empecé la carrera. La causa fue que la profesora de práctica de español nos ha hecho entregar el dossier de la práctica de forma manuscrita. Yo ya había realizado el dossier por ordenador y justo ayer nos dice que se debía entregar escrito a mano el martes. Así que he pasado dos horas y cuarenta y dos minutos (he puesto el cronómetro) pasando a mano todo lo que ya había hecho con la máquina. Si no tuviera otra cosa que hacer no me importaría, pero tengo un examen el martés y también debo entregar, el mismo día, el dossier de la práctica de su colega, que por cierto, ya nos machaco con sus prácticas hace unas semanas. Menos mal que el profesor no vive en la edad media y nos deja hacerlo con el ordenador.
No llego a entender por qué se me ha sometido a este suplício para mis riñones y mi hombro que es escribir siete folios manuscritos en pleno siglo XXI y en una universidad europea. Ésta labor es más de escriba que de estudiante. Si hubiese querido ser escriba, a mis taitantos hubiera ingresado en la orden cisterciense en lugar de matricularme en la universidad.
He incluido en mi dossier una carta, dirigida a la profesora, en la que le comunico mi malestar. Espero que la lea y reflexione sobre sus métodos académicos. Sus prácticas me parecen patéticas -eso no se lo digo en la carta, claro- y encima nos dice que somos el peor grupo al que da clase. Yo lo achaco a que sus prácticas son un auténtico fastidio. Espero que terminen pronto y que el profesor que queda por darnos clase de español aporte algo interesante al grupo porque con ella nos aburrimos como las monas.
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